6.10.2009

Kemet, el país de la Tierra Negra

Los antiguos egipcios llamaban a su país Kemet, "la tierra negra" para diferenciarla del desierto o deshret, "la tierra roja" que lo rodeaba y se llamaban a sí mismos remet-en-kemt, "el pueblo de la tierra negra".
La tierra negra era la tierra cultivable, el fértil limo que el Nilo depositaba durante la inundación anual hasta donde podían llegar sus aguas.
Durante la Era Terciaria (hace unos 45 millones de años) Egipto estaba completamente cubierto por el mar de Tetis. Cuando al final de esta era, durante el Oligoceno, los grandes impulsos orogénicos llevaron a la formación de las cadenas Himalaya y Alpina, las aguas del antiguo mar se retiraron a la cuenca del Mediterraneo, dando lugar a que emergiera el territorio correspondiente al Sahara y a Egipto.
Cuando se inició la Era Cuaternaria, en el Pleistoceno, se formó el sistema de los grandes lagos ecuatoriales y se instauraron las condiciones climáticas que llevarían al nacimiento del futuro Nilo.
El rio se originó debido a la unión de dos grandes rios, el Nilo Blanco y el Nilo Azul, que se encontraron en Sudán, donde está situada la actual ciudad de Jartum.
El Nilo Blanco drena los grandes lagos (el lago Victoria, el lago Eduardo y el lago Jorge) y tiene un régimen hidrográfico casi constante.
El Nilo Azul, con el Atbara, drena en cambio las montañas de Etiopía sometidas a la influencia de las lluvias monzónicas que incrementan enormemente su caudal al término de la estación primaveral.
De este mecanismo, nace el particular régimen del Nilo que tanto influyó en el desarrollo de la civilización. Durante su larguísimo curso hacia el Mediterraneo, las aguas del futuro Nilo recortaron las blandas calcáreas terciareas que formaban el antiguo fondo del mar de Tetis y excavaron un amplio valle. Sin embargo, el rio primitivo encontró durante su trayecto hacia el mar algunos puntos en los que emergían rocas más resistentes que las rocas marinas, formadas por los antiquísimos granitos que constituían el escudo continental: nacieron así las seis cataratas que aparecen en su curso.
El Nilo, tras un trayecto de unos seis mil kilómetros de longitud y a medida que se acerca al mar, se abre en abanico y se subdivide en diversos brazos formando un Delta.
Al este y al oeste del Nilo se extienden el Desierto Oriental o Arábigo, (montañoso) que desciende hacia el Mar Rojo, y el Desierto Occidental o Libio, (arenoso) que constituye el borde oriental del Sahara y que se interrumpe, a unos doscientos kilómetros de distancia del Nilo, debido a una serie de depresiones lenticulares toscamente alineadas en dirección paralela al rio y que constituyen los oasis.
Sin el Nilo, Egipto hubiera sido un desierto en el cual hubieran podido sobrevivir, sin duda alguna, las comunidades nómadas, como en el Sahara, pero donde nunca hubiera podido desarrollarse una civilización milenaria.


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