10.14.2009

Viajes y viajeros, el redescubrimiento del Egipto perdido (III)


En 1858, el francés Auguste Mariette crea el Service des Antiquités Égyptiennes, funda el Museo Egipcio de El Cairo y lleva a cabo numerosos descubrimientos en Guiza y en Saqqara, encontrando la catacumba en la que sepultaron al toro sagrado Apis (el Serapeo) y el magnífico templo situado junto a la pirámide de Quefrén, con la célebre estatua del faraón sentado en el trono, una de las obras maestras de la estatuaria del Imperio Antiguo.
Gaston Maspero, sucesor de Mariette, continua su obra y en 1881, tras las huellas de una banda de ladrones de antigüedades, descubre el célebre "escondrijo" de Deir el- Bahari, al que los sacerdotes habían trasladado las momias de los faraones más importantes para sustraerlas a las continuas violaciones perpetradas durante la XXI Dinastía.
En 1880 llega a Egipto el escocés William Flinders Petrie, donde efectua excavaciones e investigaciones sistemáticas, concentrando sobre todo su atención en el Alto Egipto: allí descubre la gran necrópolis predinástica de Nagada y las tumbas reales de Abido, en la que estaban sepultados los soberanos de la I Dinastía.
En 1904, un discípulo de Maspero, Ernesto Schiaparelli, funda la Missione Archeologica Italiana y en veinte años de investigación sobre el terreno saca a la luz numerosas tumbas, entre ellas la celebérrima de Nefertari, en el Valle de las Reinas, en Tebas oeste.
Sin embargo, el mayor descubrimiento de todos los tiempos tiene lugar en 1922, cuando el inglés Howard Carter descubre la tumba intacta de un faraón desconocido: Tutankhamon.
Las sorpresas, no obstante, no han acabado, y no han pasado veinte años que un francés realiza un hallazgo, el único que puede rivalizar con el de Tutankhamon. En 1939, el egiptólogo Pierre Montet, que dirigía una campaña de excavaciones en la región oriental del delta, en San el-Haggar, lugar donde está ubicada la antigua ciudad de Tanis, descubre las tumbas intactas de los faraones de las Dinastías XXI y XXII, que habían establecido aquí su capital, llamada también la "Tebas del norte".
El riquísimo ajuar funerario hallado en la tumba del faraón Psusenes I, formado por joyas, vasijas de oro y de plata y máscaras de oro, es de una extraordinaria calidad artística. Junto a la tumba del soberano, Montet descubrió otras cuatro, pertenecientes al rey Amenemope, sucesor de Psusenes I, al general Undebaunded, a Osorcón II y al faraón Heka-kheper-re Sesonquis, llamado Sesonquis II.
El descubrimiento de la necrópolis de Tanis y de sus tesoros, cierra una época de la historia de la egiptología que se había iniciado con los descubrimientos de Schiaparelli y luego con el de Carter.
No obstante, Egipto reservaba más sorpresas a los investigadores: otros hallazgos de excepcional importancia se han ido sucediendo hasta nuestros días.




Máscara funeraria de Psusenes I

10.04.2009

Viajes y viajeros, el redescubrimiento del Egipto perdido (II)


En 1798, Dominique Vivant Denon y los estudiosos que Napoleón lleva con su ejército, recorren el país dibujando y registrando todos los monumentos que después (1809) publicarán en la Descriptión de l´Egypte, obra compuesta por nueve volúmenes de texto y once de tablas con más de tres mil dibujos elaborados por doscientos artistas. Los monumentos del antiguo Egipto, si bien cubiertos de escritos, permanecen mudos a los ojos de todos los viajeros europeos: a pesar de algunas tentativas, no hay modo de descifrar la escritura de los faraones. En 1799, cuando ya está finalizada la aventura napoleónica, el lugarteniente Bouchard descubre, por casualidad, cerca de Roseta, en el Delta, una estela que años más tarde será esencial para descifrar los jeroglíficos. Mientras tanto los descubrimientos se van siguiendo: en 1813, el gran orientalista suizo Johann Ludwing Burckhardt descubre el templo de Abu Simbelb y en 1815, el paduano Giovanni Battista Belzoni desembarca en Egipto, donde, entre 1816 y 1818, lleva a cabo una serie de extraordinarias empresas, entre ellas recordemos la apertura del gran templo de Abu Simbel, el descubrimiento de la tumba de Sethi I y la de la entrada de la pirámide de Quefré. Dos años despué otro italiano, Girolano Segato, descubre la entrada de la pirámide escalonada de Zoser, en Saqqara, y levanta un plano cartográfico de amplios territorios del Alto Egipto y de Nubia, llegando hasta el lejano oasis de Siwa.
En 1822, un joven estudioso francés, Jean François Champollion, anuncia al mundo que ha descifrado la escritura jeroglífica y en 1828 organiza, junto con su alumno Ippolito Rosellini, la Expedición franco-toscana, para verificar sobre el terreno la exactitud de sus deducciones y obtener nuevos documentos epigráficos: nace así la egiptología moderna.
En 1838, el pintor escocés David Roberts remonta el Nilo y toma nota de todos los emplazamientos arqueológicos del Antiguo Egipto, contribuyendo a dar a conocer en Europa los monumentos egipcios.
El prusiano Richard Lepsius continúa la obra científica de Champollion y en 1842 organiza una expedición para remontar el Nilo hasta Meroe, publicando después su obra fundamental Denkmäler aus Ägypten und Äthiopien, dedicada a los monumentos egipcios y etíopes.



Dibujo de David Roberts