El Imperio Romano de Oriente es demasiado débil para poder controlar con eficacia todos sus dominios, por ello abandona Egipto a su suerte y no recibe protección contra las invasiones: nubias desde el sur y norteafricanas por el oeste, hasta la llegada, en el año 640, de los árabes, conducidos por Amr Ibn al-As, lugarteniente del califa Omar.
Los árabes introducen en Egipto su religión, aunque durante un cierto tiempo existe libetad de culto.
Se suceden diversos califatos (Omeyas, Abasíes, Tuluníes, Ikhitíes, Fatimíes)
En 1171, el caudillo de origen kurdo Salah ed-Din (el célebre Saladino) depone al último califa fatimí y, con el título de sultán, funda la dinastía Ayubidí (1171-1250): este es el período más brillante de la historia medieval de Egipto.
En 1176, después de la destrucción de buena parte de El Cairo por los Cruzados, Saladino inicia la fortificación de la ciudad y construye la Ciudadela y las murallas. Para la defensa, alquila un ejército de mercenarios turcos, los mamelucos, que en 1250 conquistarán el poder conservándolo doscientos cincuenta años.
En 1517, mientras el poder de los mamelucos ya ha desaparecido, Egipto se incorpora al Imperio Otomano y el gobierno del país lo ostenta un pachá que nombra el sultán. La autoridad del Imperio otomano (la ¨Puerta Sublime¨) declina rápidamente, mientras que el peso político de los mamelucos aumenta de nuevo: el pachá es obligado a obtener su consenso para poder gobernar y la falta de un verdadero poder central, condiciona mucho al país, tanto desde el punto de vista político como económico.
Ciudadela de Saladino
No hay comentarios:
Publicar un comentario